VASOS, CHIFLES Y CHAMBEAOS.
No por ser una cosa archisabida debemos reconocer que el ser humano siempre y en todos las latitudes de este bendito planeta en que vivimos, ha sabido aprovechar los recursos naturales que le prodiga la naturaleza para confeccionar objetos que le permitan su subsistencia.
Hoy en día la globalización y las posibilidades que brindan los transportes modernos, de alguna m
No por ser una cosa archisabida debemos reconocer que el ser humano siempre y en todos las latitudes de este bendito planeta en que vivimos, ha sabido aprovechar los recursos naturales que le prodiga la naturaleza para confeccionar objetos que le permitan su subsistencia.
Hoy en día la globalización y las posibilidades que brindan los transportes modernos, de alguna m
anera ha cambiado ésto.
Quizás los elementos que ha utilizado para hacer su refugio sea el ejemplo más cabal que podemos utilizar para graficar nuestra idea. El barro y la paja sacado de las lagunas que existen profusamente en estos territorios permitieron la edificación de los primeros ranchos en las zonas pampeanas, Más al noreste, el litoral provee de las largas y delgadas palmas, que cortadas debidamente, seccionadas por la mitad en su longitud y debidamente ahuecadas permitía la confección de especies de largas tejas que colocadas alternativamente boca abajo y boca arriba hacen una techumbre extraordinaria para un refugio. Mas al oeste de esta zona, las casas de piedra y así podríamos llegar hasta la zona más boreal con el ejemplo de los iglúes de los esquimales.
En nuestra zona, desde el siglo XVII, la riqueza de los grandes rebaños de vacunos, flacos, aspudos, de gruesos cueros y totalmente en estado salvaje, permitió un aprovechamiento, diríamos que casi total, salvo su carne que en un primer momento y debido a no poder conservarse por mucho tiempo era irremediablemente perdida.
La solución vino con los primeros saladeros y entonces sí, el aprovechamiento del vacuno fue casi completo.
A esta es lo que algunos historiadores llaman la época o la “edad del cuero”.
Y el porque este nombre para una época es muy simple de explicar, siendo los clavos imposibles de encontrar, lo mismo que el alambre, todo se hacía con cuero, los odres para los líquidos, los aperos de los caballos, todo tipo de ligaduras, las puertas y ventanas de los primeros ranchos, con sus bisagras incluidas, y hasta se vestían con cuero, son famosos los ponchos de cuero de yeguarizo bien sobado, las botas de potro, los culeros, los sombreros panza de burra, los tiradores y cintos etc. etc. etc.
Pero hoy quería a hablar de esas astas largas, gruesas y puntiagudas que portaban los salvajes vacunos de estas épocas.
Recuerdo en casa de mi abuela había unas bellas artesanías hechas con guampas. Se trataba de unos pájaros, muy bien hechos por otra parte y con un pulimento y un lustre que llamaban la atención, los que lamentablemente se perdieron con el tiempo y de los que jamás volví a ver uno en ningún lado.
La condición natural hueca del asta vacuna y extremadamente maleable por la acción del calor permitía su utilización para transporte de líquidos valiosos como el agua, al hacer largos viajes, o el alcohol, para temperar el frío en las zonas de serranías y quebradas.
El llamado vaso de los troperos, el célebre “chambao”, sea quizás el mejor ejemplo. Elaborado a partir del extremo cerrado del cuerno y sin más agregado que una pequeña perforación para atarlo a un tiento o una cadena, dependiendo ésto último de la calidad de la pieza y de quien lo iba a utilizar, permitía levantar así agua de un arroyo o riacho sin necesidad de apearse del caballo.
Otro producto artesanal y utilitario fue el no menos famoso “Chifle”. Generalmente para su fabricación se utilizaban las grandes cornamentas vacunas o de buey, a las que se le colocaba un fondo de madera; el extremo agudo se terminaba con un tapón hecho del mismo material, y era infaltable entre los elementos del ajuar de un rancho.
Grandes chifles, a la espalda, en bandolera o ubicados en las estriberas del recado, uno a cada lado, son ejemplos de este objeto artesanal, gaucho por naturaleza.
Dada la nobleza de este material y su posibilidad fácil de darles distintas formas con la ayuda del calor, hizo que se utilizaran para un sinnúmero de elementos, desde los estribos, llamados arequeros, por su uso generalizado en la zona de San Antonio de Areco, empuñaduras de cuchillos, mangos o cabos de cubiertos, cucharas, jarros, mates. En algunos de estos trabajos, el uso de plata y oro le daban una categoría indiscutible. Decoraciones, como bajo o altos relieves, volutas, flores de acanto, figuras de animales o flores, versos, dedicatorias, fechas, etc. que se hacían a fuerza de quemado del material, también servían de decoraciones.
Yo he confeccionado varios encargues con grandes cornamentas sobre un escudo de madera, decorado con la marca de la estancia del dueño. (foto).
Aborígenes collas y mapuches utilizaron el asta como “pabellón” de sus instrumentos musicales, el erke, el erkencho y la trutruca, son ejemplos de ello.
Quizás los elementos que ha utilizado para hacer su refugio sea el ejemplo más cabal que podemos utilizar para graficar nuestra idea. El barro y la paja sacado de las lagunas que existen profusamente en estos territorios permitieron la edificación de los primeros ranchos en las zonas pampeanas, Más al noreste, el litoral provee de las largas y delgadas palmas, que cortadas debidamente, seccionadas por la mitad en su longitud y debidamente ahuecadas permitía la confección de especies de largas tejas que colocadas alternativamente boca abajo y boca arriba hacen una techumbre extraordinaria para un refugio. Mas al oeste de esta zona, las casas de piedra y así podríamos llegar hasta la zona más boreal con el ejemplo de los iglúes de los esquimales.
En nuestra zona, desde el siglo XVII, la riqueza de los grandes rebaños de vacunos, flacos, aspudos, de gruesos cueros y totalmente en estado salvaje, permitió un aprovechamiento, diríamos que casi total, salvo su carne que en un primer momento y debido a no poder conservarse por mucho tiempo era irremediablemente perdida.
La solución vino con los primeros saladeros y entonces sí, el aprovechamiento del vacuno fue casi completo.
A esta es lo que algunos historiadores llaman la época o la “edad del cuero”.
Y el porque este nombre para una época es muy simple de explicar, siendo los clavos imposibles de encontrar, lo mismo que el alambre, todo se hacía con cuero, los odres para los líquidos, los aperos de los caballos, todo tipo de ligaduras, las puertas y ventanas de los primeros ranchos, con sus bisagras incluidas, y hasta se vestían con cuero, son famosos los ponchos de cuero de yeguarizo bien sobado, las botas de potro, los culeros, los sombreros panza de burra, los tiradores y cintos etc. etc. etc.
Pero hoy quería a hablar de esas astas largas, gruesas y puntiagudas que portaban los salvajes vacunos de estas épocas.
Recuerdo en casa de mi abuela había unas bellas artesanías hechas con guampas. Se trataba de unos pájaros, muy bien hechos por otra parte y con un pulimento y un lustre que llamaban la atención, los que lamentablemente se perdieron con el tiempo y de los que jamás volví a ver uno en ningún lado.
La condición natural hueca del asta vacuna y extremadamente maleable por la acción del calor permitía su utilización para transporte de líquidos valiosos como el agua, al hacer largos viajes, o el alcohol, para temperar el frío en las zonas de serranías y quebradas.
El llamado vaso de los troperos, el célebre “chambao”, sea quizás el mejor ejemplo. Elaborado a partir del extremo cerrado del cuerno y sin más agregado que una pequeña perforación para atarlo a un tiento o una cadena, dependiendo ésto último de la calidad de la pieza y de quien lo iba a utilizar, permitía levantar así agua de un arroyo o riacho sin necesidad de apearse del caballo.
Otro producto artesanal y utilitario fue el no menos famoso “Chifle”. Generalmente para su fabricación se utilizaban las grandes cornamentas vacunas o de buey, a las que se le colocaba un fondo de madera; el extremo agudo se terminaba con un tapón hecho del mismo material, y era infaltable entre los elementos del ajuar de un rancho.
Grandes chifles, a la espalda, en bandolera o ubicados en las estriberas del recado, uno a cada lado, son ejemplos de este objeto artesanal, gaucho por naturaleza.
Dada la nobleza de este material y su posibilidad fácil de darles distintas formas con la ayuda del calor, hizo que se utilizaran para un sinnúmero de elementos, desde los estribos, llamados arequeros, por su uso generalizado en la zona de San Antonio de Areco, empuñaduras de cuchillos, mangos o cabos de cubiertos, cucharas, jarros, mates. En algunos de estos trabajos, el uso de plata y oro le daban una categoría indiscutible. Decoraciones, como bajo o altos relieves, volutas, flores de acanto, figuras de animales o flores, versos, dedicatorias, fechas, etc. que se hacían a fuerza de quemado del material, también servían de decoraciones.
Yo he confeccionado varios encargues con grandes cornamentas sobre un escudo de madera, decorado con la marca de la estancia del dueño. (foto).
Aborígenes collas y mapuches utilizaron el asta como “pabellón” de sus instrumentos musicales, el erke, el erkencho y la trutruca, son ejemplos de ello.
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